lunes, 30 de mayo de 2011

UN DIA EN HOSPITAL DE DIA


Generalmente me levantaba a eso de las 7 de la mañana y acompañado por mi papa tomábamos el colectivo hasta el Hospital Alvares. Cuando llegábamos aprovechábamos he íbamos hasta la confitería del hospital y desayunábamos juntos. Después nos dirigíamos hasta el sector donde se alojaba el hospital de día propiamente dicho. Yo pedía las autorizaciones para que la cocina me entregaría el desayuno para mí y para mis compañeros (que eran saquitos de te azúcar leche en polvo y pan). Entre taller y taller la mañana se hacía más corta  a eso de las 10 de la mañana me dirigía hacia la capilla y me quedaba 15 minutos o media hora rezando (depende como me sintiera anímicamente). Si realmente no me sentía bien (pasaba por alguna crisis propiamente dicha) rezaba cada vez más y con más fuerza confiando en que el Señor nunca me va a soltar la mano y menos en mis peores momento hay era cuando más que nunca me ponía en sus manos para que me diera fuerza a mí para poder sobrellevar ese momento y seguir adelante con el tratamiento. A eso de las 11 de la mañana me cruzaba hasta el locutorio que se encontraba enfrente del hospital para llamar a mi mama  (siempre es bueno escuchar una palabra de aliento de tus seres queridos) y de paso para ver si tenía algún mail nuevo del Padre Ricardo Dotro

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